España.-Estudios recientes sugieren que la mala calidad del sueño podría ayudar al aumento del peso, al igual que no estar conscientes de las cantidades de comida que se ingieren.
Un nuevo estudio publicado en BMJ Open advierte que hay una asociación, aunque no una relación causal, entre comer rápido y el aumento del peso.
Los investigadores japoneses, autores del estudio, aplicaron pruebas en 59.717 personas que tenían un diagnóstico de diabetes tipo 2. En estos pacientes se recopilaron datos durante más de seis años sobre sus hábitos de sueño, tabaquismo, alimentación, circunferencia de la cintura, consumo de alcohol, y medicamentos.
El estudio concluye que quienes comen a un ritmo acelerado tiene un 42% más de probabilidad de tener problemas de obesidad, frente al 29% de quienes lo hacen a un “ritmo normal”.
El estudio no incluye información sobre los hábitos de ejercicio de sus participantes, por lo que los resultados podrían dar conclusiones parcializadas y pueden estar solo remitidas a un tipo de población, en este caso mujeres y hombres japoneses.
Sin embargo, se concluye que comer bocadillos después de la cena o irse a dormir dos horas después de la última comida del día puede influir en el aumento del peso. Mientras que, contrario a lo que se piensa popularmente, saltarse el desayuno no parece influir significativamente en las causas de la obesidad.
Por otra parte, investigadores del King’s College de Londres, luego de analizar otros once estudios anteriores sobre la relación del sueño y la obesidad, concluyeron que privarse del descanso si puede provocar el aumento del consumo de calorías.
Quienes no duermen lo suficiente, consumen un promedio de 385 kilocalorías más de lo normal. De hecho, dice el estudio, quienes tienen una mala calidad del sueño activan partes de su cerebro que les provoca mayor placer al comer, lo que les podría hacer comer de más.
Dormir mal altera la producción de las hormonas que afectan la regulación del cuerpo, en específico la leptina y la grelina, encargadas de la sensación de la saciedad y el hambre, respectivamente.
La investigación concluye que existe un mayor consumo de grasas en quienes tiene malos hábitos de sueño y además aumenta la mala elección de alimentos en este grupo de personas. Especialmente aumenta la ingesta de bocadillos, dulces y productos con alto contenido calórico.
“El simple hecho de dormir menos, por sí solo, no va a llevar al aumento de peso. Pero cuando la gente está falta de sueño, les lleva a comer más de lo que realmente necesitan”, aseguró Kenneth Wright, investigador de la Universidad de Colorado Boulder quien lideró un estudio similar en el que concluye que efectivamente dormir mal engorda, recoge el diario español ABC.