Ahora tiene 23 años de edad y a pesar de que hacia un tiempo tenía ciertas sospechas, fue al cumplir los 18 cuando tuvo el valor de preguntarle a su madre, quien en principio no le quiso decir su condición claramente. El temor que sentía Alberto Fernández (nombre ficticio) de conocer su condición, no fue impedimento para investigar en el Servicio Integral de Salud de Transmisión Materno Infantil del VIH, en el que recibe atención médica cada dos meses, hace 15 años.
Un día, su madre le dijo: “si no lo sabes, es porque eres ingenuo”. Confiesa que aunque la noticia le resultó dura, la tomó con tranquilidad, porque entiende que hay que seguir adelante. A este joven optimista, con sueños como cualquier otro y con un amor inmenso por su hermano de 22 años y su hermana de 8, le inquietan aspectos de la ciencia que no logra entender.
La transmisión del VIH de una madre seropositiva a su hijo durante el embarazo, el parto o la lactancia es lo que se conoce como transmisión maternoinfantil. Toda prueba de VIH que se haga a un recién nacido, hijo de una madre viviendo con VIH, dará positivo, debido a que tiene en su cuerpo los anticuerpos de la madre. Sin embargo, pasadas 6 semanas, se le realizan pruebas especiales de VIH (carga viral cualitativas) y pueden resultar negativas. A esto se denomina seroconversión.
En ausencia de estrategias eficaces para evitar la transmisión maternoinfantil, las tasas de transmisión del VIH alcanzan entre 15% y 45%, pero cuando hay buenas intervenciones de prevención, estas cifras se reducen a 2% o menos.
La doctora Rosa Abreu, coordinadora del Servicio de Atención Integral de VIH (SAI), del Hospital Infantil Robert Red Cabral, quien atiende a Alberto hace 15 años, explica por qué él es VIH positivo a diferencia de sus hermanos. “Esto se debió a que su madre no recibió tratamiento antirretroviral (ARV) durante el embarazo, además de que le dio el seno, porque ella no conocía su condición de VIH positivo”, describe.
Para que el programa sea efectivo y evite que los bebés no contraigan el VIH, debe aplicarse el Protocolo de Atención del Ministerio de Salud, que ofrece los siguientes pasos para eliminar la trasmisión maternoinfantil del VIH: a toda embarazada se le realiza la pruebas de VIH; si se detecta que es VIH positiva, se le inicia tratamiento con antirretrovirales, además de cuidados del parto por cesárea y suministro de leche en formula. Al momento de nacer al bebe se le administra antirretrovirales como profilaxis para evitar la transmisión. Al cabo de varias semanas, al bebé se le vuelve a administra antirretrovirales y se le realizan pruebas especiales para monitorear la seroconversión.
Alberto cuenta que de pequeño sufrió mucho, porque se enfermaba con frecuencia, y aunque recuerda que lo que menos le gustaba era tomar los Medicamentos Antirretrovirales (ARV), reconoce que han sido la base para mantenerse saludable. “Tener que tomar medicamentos toda la vida es una tarea difícil, pero a la que hay que acostumbrarse”, recalca.
Las Estimaciones Nacionales de VIH (2016) elaboradas por el Ministerio de Salud Pública, a través de la Dirección de Control de Infecciones de Transmisión Sexual y Sida (DIGECITSS), en conjunto con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas sobre el VIH y el Sida (ONUSIDA), indican que desde el año 2000 se logró disminuir las nuevas infecciones entre los niños, de 808 a 76, y se han reducido las muertes pediátricas relacionadas con el sida, de 612 a 76. Los datos también refieren que alrededor del 6.94% de los bebés no se seroconvirtieron.
La directora de ONUSIDA en el país, Bethania Betances, considera que la República Dominicana ha dado muestra de su compromiso con la estrategia de eliminación de la trasmisión maternoinfantil del VIH, pero que es preciso superar problemas de cara a lograr la eliminación del Sida pediátrico. La transmisión maternoinfantil del VIH se considera eliminada cuando 2% o menos de los niños de mujeres positivas nacen con el virus.
“La Estrategia de Eliminación de la Trasmisión Materno Infantil del VIH requiere de un nuevo impulso e invertir en soluciones eficientes y rentables que aumenten al máximo los resultados del programa, desde un enfoque que atienda al ciclo vital y logre una generación libre de sida, prestando atención a las edades comprendidas entre los 0 y los 24 años de edad”, expresa.
Vivir con VIH
Alberto nunca fue rechazado en la escuela y se siente bien con el trato que le dispensan su familia y los pocos amigos que conocen su condición. No tiene novia, pero en las relaciones que ha tenido, dice siempre se protege con el uso de condón, aunque conversar del tema con las chicas aún le cuesta. Casarse y tener hijos no está en sus planes inmediatos, pues confiesa temor a que sus hijos nazcan con VIH.
Aunque terminó el bachillerato, ir a la universidad es un sueño que no ha podido hacer realidad debido a la falta de recursos. Alberto exhorta a los jóvenes, que al igual que él viven con VIH, a tener presente que la vida continua, a tomar sus medicamentos como se debe y a mantener un pensamiento positivo, para que puedan tener una buena vida.
Las personas que viven con VIH sufren discriminación que violenta sus derechos. En el Día de la Cero Discriminación, que se conmemora el 1ro de marzo de cada año, el ONUSIDA hace énfasis en el derecho de todos a vivir libres de discriminación, bajo el entendido de que nadie debería ser discriminado por causa de su edad, sexo, identidad de género, orientación sexual, discapacidad, raza, étnica, estado de salud, condición económica u otra razón.
Este año la campaña reta a la gente a informarse sobre la discriminación, haciendo una encuesta y compartiéndola con amigos y familiares. El cuestionario de preguntas se encuentra en: https://es.surveymonkey.com/r/CeroDiscriminacion, y puede encontrarse más información en: http://onusidalac.org/1/index.php/internas/item/2301