Por: Daygorod Fabián. En el trayecto de la vida política nacional se ha creado la concepción de que todo es posible, no importando el costo histórico y social que haya que pagar, para lograr determinados fines; los cuales en la mayoría de los casos estriban en lo puramente personal.
Cuando se crea la fusión entre elites económicas y comportamientos correligionarios, los partidos con sus exponentes se alejan de las bases sociales y empiezan la fase de descredito que los lleva a exhibir comportamientos bochornosos y desviados de la filosofía de una agrupación, que debería enfocarse en servir al pueblo.
Básicamente eso es lo que ha pasado en el sistema partidario dominicano – el cual a mi entender está muriendo – que las elites de los partidos se han convertido en elites económicas que buscan ventajas a través del usufructúo del Estado. Hay que reconocer el crecimiento económico que ha exhibido el país en los gobiernos del PLD, eso es innegable. Al mismo tiempo debemos resaltar los logros que ha alcanzado la Republica Dominicana, en dichos gobiernos, en distintos aspectos. Pero a su vez ese crecimiento ha creado dos (2) grupos uno que desea continuar (y otro volver) en el poder.
Un grupo lo encabeza Danilo Medina (actualmente gobernante) y otro el tres (3) veces presidente de la nación Leonel Fernández. Ambos, según me parece, saben – pero no lo aceptan – que uno necesita al otro, que Danilo Medina no logrará un tercer periodo consecutivo (en caso de que pudiese optar por ese privilegio) sin el apoyo de Fernández y Leonel no lograría volver al poder sin el apoyo de Medina.
Los niveles de desenfreno, en torno al comportamiento desde uno hacia otro ha provocado un amplio temor, a mi entender, entre estos dos (2) líderes políticos: uno teme la persecución del otro. Fruto de las discrepancias que genera el poder parece existir la inquietud de que si Medina continua en el poder Fernández moriría políticamente y en caso de que Leonel vuelva al Palacio Nacional Danilo cierra su vida política de forma definitiva.
No es descabellado afirmar que hay un cuchillo de la retaliación afilado para perseguir a Medina y su gente (más a su gente que a él) si Fernández volviese al poder. Contrario a la imagen de unidad que se vende al público, es evidente el disenso que fulgura en el PLD, entre los dos grupos que desean tener el poder en sus manos.
A pesar de que existe un impedimento Constitucional, Fernández en su discurso de expresión formal de sus aspiraciones le recordó a Medina el semáforo en rojo que lo detiene. Es factible señalar que, aunque es una realidad que esgrime Fernández, ésta tiene un alto grado de contumelia, pues para Medina (impedido de volver a la presidencia) tres periodos son muchos, pero para Fernández cuatro (4) o hasta cinco (5) son pocos.
En el fondo cuando las luchas internas se caracterizan por agendas particulares los partidos terminan inmersos en disconformidades que los distrae de retener o volver al poder (ejemplo claro de eso es el antiguo PRD). Según intuyo el PLD lleva el mismo camino, pero aún a tiempo de devolverse.